La obesidad abdominal (y la obesidad en general) se asocia con hasta 20 tipos de cáncer, principalmente cáncer de colon y páncreas en hombres y cáncer de mama y útero en mujeres.
Por ello, en esta ocasión, hemos decidido presentar información relevante sobe la grasa abdominal; así como las mejores maneras de evitarla o eliminarla:
1. Nutrición y depósitos de grasa hormonalmente activos
No es infrecuente que una persona con un gran peso corporal presente un aumento del tejido graso y una disminución del tejido muscular. En la mayoría de los casos, esto se debe a una mala alimentación (más que a un exceso de cantidad) combinada con una actividad física insuficiente.
El estrógeno, la progesterona y la testosterona son las tres hormonas sexuales. Su equilibrio se altera con el envejecimiento, por lo que en las mujeres de treinta y tantos años, los niveles de progesterona disminuyen 120 veces más rápido de lo que disminuye la secreción de estrógeno, por lo que el estrógeno reacciona en un “apilamiento” de grasa cada vez más rápido alrededor de la cintura.
El estrógeno, la progesterona y la testosterona son las tres hormonas sexuales. Su equilibrio cambia con la edad, de modo que en las mujeres de treinta años los niveles de progesterona descienden 120 veces más rápido que la secreción de estrógenos, por lo que éstos responden «depositando» rápidamente la grasa alrededor de la cintura.
En otras palabras, el estrógeno reduce la capacidad de quemar energía después de una comida, lo que conduce a un mayor depósito de grasa corporal.
Una dieta para reducir los depósitos de grasa hormonalmente activa debe basarse en cereales integrales (arroz integral, avena, cebada, trigo sarraceno), ácidos grasos esenciales (pescado azul), verduras (verduras de hoja verde, zanahorias, pepinos, calabacines), frutas (sandías, frambuesas, ciruelas Evita los alimentos procesados industrialmente, la bollería, los fritos, los edulcorantes artificiales, los quesos enteros y los productos lácteos.
2. Mecanismo de acumulación de tejido adiposo
Las células grasas toman los ácidos grasos y los azúcares de la sangre para constituir sus reservas. Los azúcares se encuentran en casi todos los alimentos, especialmente en los cereales (trigo, trigo sarraceno, centeno, arroz, cebada, avena, etc.). También se encuentran en la fruta, los dulces y las verduras.
Las células grasas están bien equipadas para ello y tienen un sistema de almacenamiento de grasa muy complejo y sensible. Tras la primera fase, la de bombeo, los azúcares y los ácidos grasos son absorbidos por una serie de enzimas que ayudan a producir grandes moléculas llamadas triglicéridos.
Los triglicéridos formados se almacenan en contenedores especiales en las células grasas. Estos procesos están controlados por la insulina, una hormona segregada por el páncreas.
En cuanto los niveles de insulina aumentan (lo que ocurre cada vez que comes), las células grasas reciben la orden de «almacenar». Esto significa que cuando se come algo (ya sea una manzana o una ensalada), se activan todos los procesos de almacenamiento de grasa y, al mismo tiempo, se cierran todas las demás puertas celulares y se detiene el resto de la actividad.
La célula adiposa comienza la fase de producción de grasa, que se llama lipogénesis, porque también es su papel más importante en el cuerpo.
La ingesta de carbohidratos (dulces, pastas, verduras con almidón, frutas) en el organismo favorecerá un mayor almacenamiento de grasa, mientras que las proteínas (carne, pescado o clara de huevo) mejorará su metabolización.
¿Por qué es importante tomar un descanso de tres horas?
Tres horas después de comer, la señal de almacenamiento de grasa deja de funcionar y la célula comienza a descomponer la grasa, un proceso llamado lipólisis. Esta descomposición de la grasa de las células grasas es más intensa y más rápida si hay una mayor necesidad de energía (movimiento, actividad física).
Las cosas se ponen mal cuando se interrumpe nuestro ritmo de comer tres comidas al día. ¿Por qué? O comemos con frecuencia, en un intervalo más corto de tres horas, o nos saltamos las comidas.
Para activar la señal de secreción de insulina, no es necesario ingerir una comida completa en absoluto, basta con ingresar solo un bocado de algún alimento, para que este proceso comience. Luego, las células grasas reciben una orden de almacenamiento. En ese punto, se detiene la descomposición de la grasa, comienza la lipogénesis y la célula comienza a producir grasa nuevamente.
Esta es una de las razones por las que tomar bocadillos entre comidas causa una acumulación de tejido adiposo o no nos permite perder peso hasta el peso deseado.