El té verde es una bebida gratificante , cálido en invierno, para contrarrestar las duras temperaturas externas, o fresco en verano, para una caricia regeneradora debido al gran calor, el té verde, pero no es solo una simple bebida, sino un verdadero concentrado de virtudes y propiedades, incluido el adelgazamiento.
Originario de China y Japón, los orientales conocen y aprecian sus beneficiosas características desde la antigüedad, sólo en un período mucho más reciente el té verde ha comenzado a darse a conocer y a ocupar su espacio también en Occidente, especialmente a raíz de investigaciones científicas que han demostrado su eficacia para la salud humana.
Después de la cosecha, las hojas de té verde no se someten a fermentación sino solo al secado, de esta manera, mantienen todos los ingredientes activos intactos y sin alteraciones.
Rico en vitaminas (principalmente A y C), minerales (entre los que destacan potasio, hierro, zinc y selenio) pero sobre todo en polifenoles con una importante función antioxidante, para contrarrestar el envejecimiento celular, entre los que destacan el galato de epigalocatequina (EGCG).
El té verde actúa aportando diferentes aspectos beneficiosos al organismo:
- Licua la sangre, reduciendo los riesgos de enfermedades ateroscleróticas
- Reduce el colesterol LDL y los niveles de azúcar en sangre
- Fortalece el sistema inmunológico
- Ayuda a mantener el cerebro sano
- Elimina el riesgo de caries dental
¿Cuáles son las propiedades adelgazantes del té verde y cómo el té verde te hace perder peso?
Vamos a profundizar en las propiedades adelgazantes particulares de esta bebida, pero no nos cansaremos de señalar que no existen sustancias prodigiosas que garanticen la pérdida de peso.
Para conseguir y mantener la forma física es sobre todo necesario seguir un estilo de vida saludable, comer bien y hacer ejercicio, por tanto, si hemos decidido iniciar una dieta sana e hipocalórica y una actividad física regular, introducir el té verde todos los días es una ayuda válida para adelgazar.
La bebida es, de hecho, rica en catequinas, sustancias antioxidantes pertenecientes a la familia de los flavonoides, capaces de dar una sensación de saciedad prolongada que reduce el riesgo de comer en exceso y de recurrir a snacks para calmar el hambre realmente poco saludables.
Además, aceleran el metabolismo basal y estimulan el proceso de termogénesis, un proceso que reduce la conversión de grasas de la dieta en calorías, dirigiendo los nutrientes (especialmente carbohidratos y grasas) para producir energía en forma de calor, en lugar de sintetizar tejido.
Actuar sobre la termogénesis permite, por tanto, mantener bajo control el peso corporal y evitar la acumulación de grasa, especialmente en la cintura y zona abdominal.
El té verde ayuda en la pérdida de peso también porque también contiene las metilxantinas (cafeína, teobromina, teofilina), moléculas que reducen la absorción de azúcares, estimulan la lipólisis, es decir, la eliminación de grasas por los adipocitos (también posible gracias al efecto positivo realizado sobre el cortisol, una importante hormona lipogenética) y que, gracias a la acción vasodilatadora, determinan una mayor actividad renal y una diuresis más eficaz.
Producir y eliminar más orina facilita la depuración y desintoxicación del organismo, ya que se eliminan los desechos y sustancias de desecho que se acumulan en su interior y se eliminan los excesos de líquidos que, al estancarse, dan lugar a la molesta y antiestética celulitis.
La acumulación de desechos y toxinas impide que el organismo funcione al máximo y que las células puedan asimilar las sustancias buenas a expensas de las grasas, por eso es importante estimular su excreción.
¿Cuánto té verde se puede beber al día para reducir el peso?
Para obtener los mejores beneficios adelgazantes posibles de tomar té verde, es importante saber cómo prepararlo y, sobre todo, cuánto beber (3 tazas al día serán suficientes), una para tomar por la mañana, en el desayuno, en sustitución de la clásica leche; los otros dos se pueden tomar media hora antes de las comidas principales o, alternativamente, como merienda a media mañana y tarde.
Pero, ¿cómo se prepara una gran taza de té verde? Es necesario tener en cuenta unas sencillas «reglas», con el fin de obtener una bebida que sea buena no solo para el paladar, sino también para el cuerpo y todo el organismo.
Por cada taza a degustar, una cucharada rasa de hojas de té y 200 ml de agua (preferiblemente no agua del grifo, sobre todo si es especialmente dura; opta por la mineral natural) se considera calentar, sin hervir: la temperatura óptima es alrededor 80 ° C, gracias a lo cual los principios activos del té no sufren alteraciones.
Si no dispone de un termómetro adecuado para medir la temperatura del agua, basta con observarlo atentamente, apagando la cocina cuando empiece a humear y adquiera un aspecto ligeramente opaco. Una vez vertido sobre las hojas de té (o sobre el sobre, según el tipo de té que hayas elegido comprar), hay que dejarlo en infusión no más de 3 minutos (o siguiendo las instrucciones del envase) y luego filtrar.
Los tiempos de infusión prolongados provocan la liberación de una mayor cantidad de taninos, responsables del sabor más amargo de la bebida y un mayor riesgo de desarrollar taquicardia. Una vez listo, puedes agregar unas gotas de jugo de limón y una pizca de azúcar morena o miel, aunque los puristas del té prefieren beberlo tal cual. Una recomendación final es no ingresar leche, que neutralizaría el efecto de los polifenoles por la presencia de caseína.
Aunque el contenido de cafeína y teína es menor que el presente en el café, es recomendable no exceder con el uso de té verde para evitar fenómenos como insomnio, irritabilidad, taquicardia, precisamente por ello, durante el embarazo y la lactancia es buena idea tomarlo con moderación.
Los taninos que contiene la bebida pueden aumentar la cantidad de ácidos producidos en el estómago, por lo que las personas con reflujo gástrico o úlcera péptica deben reducir sus dosis diarias.
Además, los taninos reducen la cantidad de hierro absorbible, los anémicos harían bien en beber té verde entre comidas. Finalmente, el uso concomitante con algunos fármacos (como, por ejemplo, antiagregantes plaquetarios, insulina) puede provocar una interacción moderada hacia estos últimos.